miércoles, 5 de julio de 2017

TEXTO IMPROVISADO: JUSTO AL DESPERTAR

Posted by Leonis on 6:00 with No comments


Me despertó un ruido en la calle, el sonido de un motor. Creía que no iba a parar en toda la mañana pero lo hizo justo cuando me puse al ordenador. Enciendo la pantalla y cojo el ratón pero no funciona. La pila se habrá gastado. No me molesto en ir a por otra. Me siento en la silla habitual. Mi intención era escribir algo corto y rápido y expresar lo mal que me siento hoy. “Quizás me ayude a aliviar la pena”, pienso.
El ruido vuelve. ¿Qué estarán haciendo fuera? Parece que estén picando la calle con un aparato de esos... Me lo imagino. Sigo escribiendo. Mis ojos están llorosos y se sienten cansados, y mi cabeza está aturdida y dolorida; ya no te hablo de lo que le ocurre a mi estómago.
¿Es la edad? Aún no tengo los cuarenta, todavía faltan unos cuantos años. Pero, ya están próximos los treinta y siete. ¡Los años no pasan en balde! El cansancio se apodera de tu cuerpo y penetra en tus huesos, y las articulaciones les cuesta seguir el ritmo del día. No quiero ni pensar cuando tenga veinte más, si llego. 
¡Qué años esos que nos gustaba tanto cumplir años! Lo veo en mi hija. “Tengo cinco y en junio cumplo seis”, dice con toda la ilusión. Ese día hacemos una pequeña fiesta familiar. Ella sopla las velas, luego recibe algún regalo..., lo típico de un cumpleaños. Eso me hace recordar veinte-siete años atrás. Primero, celebraba mi cumpleaños en el internado. Llevaba chuches y las repartía para el grupo. Lo “gracioso” era que luego, la más pequeñas teníamos que dar las golosinas a las dos mayores del grupo. Yo pensaba: “Bueno, si se las comen antes de que se las pidan...” Pero eran muy avispadas y en cuando las repartía, sin que la monja se diera cuenta, nos las pedían. Pero, cómo era posible ¡que comieran tantas golosinas! Era absolutamente imposible. Lo comprobé un día cuando abrí una puerta situada en el mueble de la televisión. Buscaba algo para jugar y me encontré con un montón de golosinas. Claro, era donde las guardaban una vez que se las dábamos. Y pensé: “Si cojo un par de golosinas no se enterarán..., como hay tantas...” y luego, cuando mi mano entraba dentro de la bolsa dudé: “¿No las tendrán contadas?” Al final dejé la bolsa tal cual la había encontrado y no dije nada a nadie, como si nada hubiera visto.
El ruido ha vuelto a cesar. ¿Habrán terminado aquello que estuvieran haciendo?... Segundo, celebraba mi cumpleaños en casa (como cae en agosto). Las celebraciones de cumpleaños de la época de mi hija no eran iguales que las de antes. Antes, era más sencillo. Pero un regalito tenía por parte de mi  madre. Si que recuerdo que nos daba un regalo para cada uno en mi cumpleaños y otro regalo para cada uno en el cumpleaños de mi hermano.
¡Y pensé que habían acabado! Ahora el ruido es más fuerte. Mi hija me llama. El ruido la habrá despertado, de todos modos ya es hora que se levante.

© 2017 Verónica Serrano. Todos los derechos reservados.

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