martes, 25 de abril de 2017

MENTA ABIERTA: DOS AÑOS EN EL TRÁNSITO

Posted by Leonis on 6:00 with No comments


Lo que vas a leer a continuación no lo acabo de escribir ahora. Lo colgué hace tiempo en Facebook.
Una chica que estuvo en el mismo colegio que yo animó a otros del grupo que dijéramos los tres sitios del colegio que más nos gustaban o los lugares que más aprecio teníamos y dijéramos por qué.

¡Vale!, voy a participar en el juego. Os tengo que decir que nadie antes me había hecho esa pregunta y que al querer responderla me he dado cuenta que el paso del tiempo posee un defecto: tiene épocas efímeras. Estamos tan inmersos en el presente que ni sacamos tiempo en recordar y... al final, etapas buenas o no, que parecen imborrables, desaparecen poco a poco.
Para mí ha sido una de esas preguntas que me ha hecho indagar en un periodo de mi vida, entre tantos del pasado y me ha gustado sobre todo porque he recordado. No es difícil olvidar, es mucho más difícil recordar. Pienso que recordar sea lo que sea es bonito porque te hace sentir vivo.
Parece que hoy estoy algo filosófica...Bueno, voy al grano... Yo creo que cada zona, cada habitación del colegio era especial, tenía su propio encanto: La sala de juegos era el lugar interior más amplio del  colegio, en el comedor nos juntábamos todos a la misma hora, a la enfermería ibas cuando estabas malo...Pero si tengo que decir tres lugares, me decanto por los siguientes, y ya os digo por qué.
1). El Cuarto: Era un  habitación pequeña donde los niñas pequeñas dejaban el babi. Yo no usaba pero ayudaba a las pequeñas a quitárselo y colocarlo en las perchas. Cuando teníamos nuestra oportunidad nos quedábamos dentro con la puerta cerrada y a oscuras con la única luz que daba “la virgen”, entre babi y babi, jugábamos al esconderite. ¿Os acordáis de aquellas vírgenes que brillaban en la oscuridad?
2). El Grupo: Una habitación amplia pero no tanto como la sala de juegos. La puerta para entrar estaba colocada entre dos cristaleras bastante grandes. Era mi sala porque allí jugaba, estudiaba, veía la televisión... sólo me hacía falta haber dormido allí, bueno, ahora que lo pienso alguna vez me quedé dormida encima de los baúles. No recuerdo nada más útil como esos baúles. Muchas veces, en la hora de estudio, me sentaba en un baúl y recitaba entre dientes para aprenderme de memoria la lección del día siguiente. El misterio de esos baúles era que si los abrías encontrabas un inmensa colección de juguetes.
3). La Enfermería: Antes de entrar en la enfermería lo primero que te encontrabas era con una sala de espera. Se entraba por una puerta muy grande, o eso me parecía; al entrar había un cuarto a la derecha, otro a la izquierda y uno más al fondo. ¿Una enfermería como lugar preferido? Ahora que lo pienso, era el lugar donde desconectaba. No penséis que estaba enferma solo iba hacer mis ejercicios rutinarios para mi espalda recomendados por el médico para evitar ponerme aparato, así  corregir mi escoliosis.
Cada dos veces a la semana paseaba por aquel pasillo −siempre en pijama− para llegar hasta la enfermería. Mientras caminaba me fijaba en la disposición de las camas: a la derecha y a la izquierda. Yo seguía por aquel pasillo a veces parecía interminable y ya de lejos veía la puerta que de una forma mágica me hacía pasar del dormitorio hasta la enfermería.
¿Y... no te acuerdas? No te hará falta recordar porque aunque no te acuerdes estará, inevitablemente, en tu corazón.
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